El Camino Natural Santander-Mediterráneo

El patrimonio Natural

Las riberas del Ubierna

El río Ubierna nace al norte de la Merindad a la que da nombre (cerca de Masa) y, tras enriqueceré con las aportaciones de afluentes como el arroyo Quintanilla, el Jordán, el Fuentemaján o el Rucios, atraviesa la barrera caliza de Ubierna para abrirse a un amplio valle antes de desembocar en el río Arlanzón.

El primer tramo del río conserva un interesante bosque de galería que facilita la presencia de una interesante fauna: mirlo acuático, Martín pescador, algunas nutrias e incluso ejemplares de trucha autóctona son algunas de las especies que pueblan las aguas y la vegetación que las rodea.

Tras el desfiladero, las aguas se remansan y permiten la existencia de una fértil vega alrededor del bosque de ribera. Chopos, álamos, sauces, fresnos y olmos hunden sus raíces en las orillas del cauce. Los ríos de la Hoz y Rioseras y los arroyos del Requejo, Prado Rey y Agua del Arroyal aumentan el caudal del Ubierna en el último tramo. Antes de su desembocadura, discurre por Quintanaortuño, Sotopalacios, Vivar del Cid, Quintanilla Vivar, Villarmero y Quintanadueñas.

La Serrezuela

El Desfiladero de la Hoz marca el límite entre la cuenca del Duero, a la que pertenece el Valle del Ubierna, y la del Ebro, en la que se encuentra el resto del recorrido del Camino Natural hacia el norte. Este es uno de los desfiladeros que se forman en esta sierra caliza, donde también pueden disfrutarse los de Rucios, el de La Polera o el de Ubierna.

El río de la Hoz ha excavado un cañón que se extiende desde Peñahorada hasta el barrio de la Mota, en Villaverde-Peñahorada. En su interior se alternan paredes verticales de roca con suaves pendientes en las que proliferan bosquetes de encinas.

Son muchos los alicientes que ofrece esta zona, desde los puramente paisajísticos a los relacionados con la vegetación o con la fauna que puebla cada rincón de los escarpados riscos calizos.

Vías de escalada

En el Desfiladero de la Hoz se encuentra uno de los mejores rincones de la provincia de Burgos para los amantes de la escalada. La roca caliza ofrece entre Villaverde y Peñahorada hasta ocho sectores con más de 150 vías de diversos grados de dificultad. Algunas de las zonas de escalada se encuentran junto al Camino Natural, muy cerca de un área de descanso que facilita la contemplación del paisaje al mismo tiempo que se toma un respiro antes de continuar viaje.

El Diez, Fikín, Gente Menuda, La Placa del Túnel, La Pradera, La Volada, Los Techos o Peña Alta son los nombres que reciben los sectores que componen esta importante escuela de escalada.

De menores dimensiones es la escuela de Poza de la Sal, aunque su pared de 35 metros de altura permite el disfrute de los aficionados en un entorno que al mismo tiempo constituye un magnífico mirador sobre La Bureba y sobre la propia villa pozana.

Las Torcas

Tras abandonar la Serrezuela en dirección norte, el antiguo trazado ferroviario se adentra en las Torcas, una zona sometida a profunda erosión que ha dado lugar a un paisaje espectacular dominado por terrenos muy irregulares, en los que se alterna el verde de la vegetación que arraiga entre las depresiones y los bordes escarpados con una tierra arcillosa de intenso color rojizo.

El río La Molina –afluente del Oca-, ya en la vertiente del Ebro, acompañará una buena parte del trayecto del Camino Natural a su paso por La Molina de Ubierna, Cobos Junto a la Molina, Quintanarruz y Lermilla.

El curioso resultado del proceso erosivo de este territorio es un entorno profundamente irregular en cuyas zonas más protegidas abunda la fauna: jabalíes, corzos y otros mamíferos encuentran aquí su perfecto hábitat. La escasa presión demográfica contribuye al desarrollo de estas especies.

La Bureba

A partir de Lermilla, el trazado del camino se interna en La Bureba y sigue de cerca el curso del río Homino hasta superar Salas de Bureba. En los primeros kilómetros el paisaje se va alterando y se pasa enseguida a una zona dominada por tierras blandas de color blanquecino -debido a la abundancia de yesos- mezcladas con tonos rojizos y los verdes de las especies vegetales que han logrado arraigar, en las que la erosión ha modelado el paisaje de manera caprichosa.

Son las llamadas badlands, zonas áridas y fuertemente erosionadas por el agua y el viento, gracias a la escasez de vegetación. En este tipo de terrenos se forman habitualmente cañones, cárcavas, barrancos, pináculos y algunas incipientes chimeneas de hadas. Todo ello configura un espacio de extraña belleza.

En torno a Arconada, este es el tipo de paisaje que puede observarse en el trayecto hacia Lences de Bureba y Poza de la Sal. Enebros, robles y sabinas forman una dispersa vegetación que trata de desarrollarse en un suelo poco propicio. En cuanto a la fauna, destaca la presencia de mamíferos como el corzo y el jabalí y aves como la perdiz roja o la becada, tan apreciada por los aficionados a la caza.

Los riscos de Poza de la Sal

Alrededor de Poza de la Sal, la geología se manifiesta caprichosa. Desde el Salero y el diapiro hasta el páramo y los riscos que flanquean y protegen el caserío pozano -y en los que los aficionados a la escalada cuentan, alrededor de la cueva de la Verana, con un muro de 35 metros en el que hay un total de 17 vías-.

Y en este entorno privilegiado fue en el que creció el que después sería un naturalista mundialmente conocido: Félix Rodríguez de la Fuente.

El diapiro es una formación geológica surgida del afloramiento en superficie de una masa salina y de otros materiales de menor densidad que se encuentran depositados en capas profundas. A la vista, se manifiesta como una especie de circo o depresión de forma elíptica en cuyo fondo se alza una estructura en la que predominan las ofitas.

Poza ejerce de vigía de La Bureba gracias a su emplazamiento en un terreno intermedio entre las llanuras de esta comarca y el Páramo de Masa. El peñón sobre el que se asiente el castillo sobresale y se eleva casi en vertical sobre el entramado urbano de Poza.

El Valle de las Caderechas

Salas de Bureba es la principal puerta de entrada al Valle de las Caderechas. Desde la localidad, la carretera se interna en un entorno de gran belleza, en el que el atractivo del paisaje compite con la tranquilidad que inspiran las pequeñas localidades. Aguas Cándidas, Cantabrana, Río Quintanilla, Padrones de Bureba, Hozabejas, Bentreta o Terminón son algunos de los pueblos que conforman el valle, en cuya zona más septentrional se sitúan Madrid de las Caderechas, Herrera, Rucandio, Huéspeda, Ojeda o Quintanaopio.

La producción de cerezas y manzana reineta -ambas amparadas por el reconocimiento como Marcas de Garantía- ha dado justa fama a la zona. La floración de los manzanos y, sobre todo, de los cerezos, tiñen de color el valle y atraen a numerosos visitantes.

Sin embargo, no son estos los únicos atractivos de la zona. Abundan los bosques de pinos, encinas o quejigos, sobre los que se alzan riscos y cumbres como Peña Alborto, Castil Viejo o El Mazo.